domingo, 16 de febrero de 2014

Derrochando cursilería.

Si no lo escribo exploto...¡Qué jodidamente feliz que soy!
Quiero gritar, saltar, correr, tirarme de los pelos y parar de sonreír, necesito parar de sonreír para que la gente no se haga ideas erróneas.
¿Ha cambiado algo? Sí han cambiado cosas, un poco más de esto y un poco más de aquello pero eso hoy no tiene nada que ver. 
Es estúpido este sentimiento y me hace actuar de forma estúpida. Tan estúpida que mi madre piensa que tengo novio, acaso ¿no sé puede ser feliz porque sí? 
Bendita juventud que nos da estos momentos, que nos tienta, nos invita a cometer locuras, vivir sin preocupaciones. Pero es triste caer en la cuenta de que has dejado pasar una de las mejores etapas de tu vida. Pienso aprovechar esta recta final. Me aferro a estos momentos, los guardo en mi memoria para cuando esté mal recordarlos con nostalgia. No pienso en lo que pueda venir, quiero centrarme en el ahora. En esa satisfacción al saber que estás rompiendo esos muros que un día levantaste para aislarte de los demás. Yo, yo soy la que los está rompiendo y estoy orgullosa. 
Estoy contenta porque sé que estoy más cerca de la persona que quiero ser.



``Mi conclusión es que el odio es un lastre. La vida es demasiado corta para estar siempre cabreado. No vale la pena.´´


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias!