viernes, 25 de septiembre de 2015

Lo seres humanos tenemos la necesidad de relacionarnos, la soledad nos asusta, y por ello nos esforzamos en conservar a nuestros amigos, pareja,...todo con tal de no vernos solos. Siempre que podemos nos deshacemos de las relaciones tóxicas, esas que intentas salvar hasta el último momento pero te consumen en el trayecto.
Nosotros decidimos a quién queremos en nuestra vida, aunque a veces no es tan sencillo. Hay relaciones que vienen establecidas desde que naces, no las eliges. Relaciones de las que te puedes deshacer pero nunca vas a superar. Hablo de la familia.
Tuve un profesor de Historia que decía que la familia es el peor invento del ser humano, por aquel entonces pensaba que era una locura pero con el tiempo y sumando algunos factores me doy cuenta de que quizás mi forma de pensar no dista tanto de la de él.
No quiero de hablar de la familia en general, porque, por suerte o por desgracia, en mi vida he tenido familia que ha dado la vida por nosotros y familia que olvida todo lo que un día compartimos.
A los segundos no creo que haya que darles espacio en esta entrada, de los primeros no tendría blog suficiente para agradecer todo lo que hicieron en su momento y sé que volverían a hacer.
Pero la palabra familia abarca a muchas personas, y puedes perder relación con muchas de ellas y no tener problema para seguir con tu vida. Porque al fin y al cabo, en la mayoría de los casos, la familia por la que lo darías todo son tus padres y tus hermanos.
Considero que arrastro una relación tóxica desde que nací, yo y dos personas más. Quieres deshacerte de ella pero no lo intentas porque sabes que no puedes, porque el quererle y odiarle va en tus genes.
Lo curioso de la situación es que no hay relación, no la hay pero cuando tienes noticia de esa persona a partir de terceros duele, cuando imaginas su vida, duele.
Y si duele es porque te quiero y si te quiero es porque no tengo más remedio, y también te odio y ese sentimiento si que se puede eliminar, porque no nazco con él, lo alimentas tú. Por eso a veces me gustaría estar sola, porque sería la única que podría hacerme daño. Y no como tú, que sin estar sigues doliendo.

¿Pero quién soy yo para odiarte?
¿Quién soy yo para juzgar tus errores si eres persona?
¿Quién soy yo para decirte lo imbécil que fuiste y que estás siendo?





jueves, 10 de septiembre de 2015

Descubriendo.

Mañana puede ser un gran día, voy a dar un pequeño paso que puede significar un gran cambio en mi vida. Y en eso consiste, ¿no? En dar pequeños pasos, ir poco a poco dibujando el camino. 

El futuro asusta, me di cuenta de ello cuando empezó el año y no sabía que sería de mi vida una vez que obtuviese el título y pese a que parecía que no lo conseguiría lo saqué, yo solita, sin ayuda. Si quieres puedes. Ahora recuerdo todo ese sufrimiento y esas lágrimas con cariño, porque aunque haya días malos en los que pienses que no das más, que es inútil seguir intentándolo no te rindes, si, lo piensas pero sigues con ello. Y al final lo sacas y la satisfacción que sientes no cabe en el cuerpo. Quiero volver a sentir esa satisfacción. 

A día de hoy me encuentro más motivada que nunca. Tengo muchas opciones, tengo ganas de trabajar y de seguir estudiando, tengo ganas de conocer lo desconocido. 
Tengo tantas cosas, personas, proyectos de cara al futuro que me motivan a seguir hacia adelante, tantos objetivos que me hacen sentir muy viva. 

Siento que inicio una nueva etapa, y sí, hay miedo e inseguridad pero mis ganas por cumplir metas pesan más en la balanza. Hace un año decía que tenía la sensación de que sería un buen año, pues ahora podría decir lo mismo. Estoy motivada, contenta, no espero que las cosas me salgan bien, voy a hacer que las cosas salgan bien.



miércoles, 2 de septiembre de 2015

Un poco más de esta loca.

Aquí estoy de nuevo, si, no ha pasado ni una semana desde la última entrada pero se ve que por aburrimiento, inspiración o necesidad he vuelto a mi rinconcito. Y es que mis seguidores de la red social del pajarito azul deben estar hartos de leer lo muy bien que me sienta salir a correr o lo mucho que me gusta la música, y si alguno piensa 'ya está aquí la petarda de siempre'  para eso está el botón de unfollow, que no te cobran por dejarme de seguir.




Hoy os vengo a hablar de dos de mis pasiones, pasiones que no son un secreto para nadie. ¿Cuáles? Bueno, si, ya lo he dicho en el párrafo anterior pero por si alguien se ha perdido...vengo a hablar de la repercusión que tiene el deporte y la música en mi vida.

Siempre lo he dicho, me gustan todos los deportes pero ninguno se me da especialmente bien, ya sea por falta de entrenamiento o porque simplemente no destaco en ninguno. Me gustan, me encanta probar cosas nuevas, en parte si echo de menos algo del instituto (si lectores, a veces echo de menos el instituto) es la educación física, ya que probabas un poco de todo y era genial. Sin embargo os engañaría si os digo que ninguno sobresale, el deporte por excelencia en mi vida es el running, y no, no es postureo.
Llevo corriendo desde hace unos cinco años, pero no es algo que me tome muy en serio. Mucha gente relaciona el deporte con la necesidad de adelgazar, y sí, una de las consecuencias de hacer deporte es adelgazar, tonificar y demás pero no todo se reduce a eso. 
Para mi el deporte es 70% físico, 30% psicología. Yo empecé a correr por culpa del estrés, y que agradecida estoy, correr es una de las mejores maneras de evadirte. Tengo problemas, corro, tengo muchos exámenes, corro, no tengo nada que hacer, corro. Al final se acaba volviendo una adicción, y es peligroso no saber controlarlo, cosa que me pasa a veces, me desahogo con el deporte pero en ocasiones necesitas hablar con alguien. 
Aunque no solo me gusta por eso, me gusta porque, sí, soy una cabra loca y mi cabeza me lo recuerda cada vez que me pongo a ello, per corriendo me he demostrado que si me propongo algo lo hago. Es genial que la cabeza te diga 'Para ya Lau, idiota te va a dar algo, no puedes más' a mitad de camino y que el cuerpo le haga caso omiso a esa vocecita. Es genial ir muerta por el Puente Real, ver a lo lejos la Alcazaba y decir 'ni de coña llego' y llegas, siempre llegas y no solo eso, cada día te superas. Ya sea por las hormonas que segrega el cerebro tras el ejercicio o porque lo has hecho siempre llegas a casa con una sonrisa. 
Pero lo dicho, no soy una profesional, no corro durante todo el año, ni si quiera sé si corro bien...



Y entonces llega mi segunda pasión que se complementa a la perfección con la anterior, la música. Si es verdad que entré bien tarde en este mundillo porque hasta hace unos años no podía disfrutar de Internet. Crecí con Paulina Rubio, Malú, Estopa y Thalía. Pasé por la época reggaeton y finalmente descubrí Youtube.
Empecé mi nueva etapa con el pop y poco a poco fui descubriendo que el rock no era ruido, que es lo que siempre me habían dicho. 
No voy a hablar de mis gustos musicales porque no acabaría, al igual que con el deporte no hay uno específico que diga es el mejor. Me gusta casi toda la música, clásica, rock, pop, indie, reggae...
La música me ha ayudado mucho, siempre hay una canción para cada momento, de hecho ya tienes Spotify, magnífica web que te las clasifica en listas de reproducción en la sección de 'Estados de Ánimo'. Porque soy de esas que cuando está mal se martiriza con música triste y llora, soy esa que se vuelve loca y da conciertos en la ducha, que hace la cama, tiende la ropa y ordena su habitación con música de fondo. Y como no, corre con música. (Que por cierto tengo mi lista de reproducción para entrenar que es genial, spameo encubierto...).

https://play.spotify.com/user/11131419635/playlist/0UvSm3Mz78b1gdp51pMCAi

Me gusta que me conozcan como la niña de los cascos, porque los auriculares se han convertido en una prolongación de mi cuerpo y me gusta que me digan cada dos por tres que me vieron corriendo. Me encanta especialmente una frase que me repiten mucho 'te vi corriendo, te pité/llamé varias veces y se giró toda la calle menos tú'', la adoro.
Porque es mi vida, la música y el deporte son muy importantes, me ayudan realmente, mantienen mi mente sana aunque, como dije antes, sea una cabra loca.