domingo, 28 de septiembre de 2014

jueves, 25 de septiembre de 2014

Una casa al norte de Irlanda.

Una casita en Irlanda y varios perros (sacados de la perrera), es lo único que necesito.
Quiero soledad, quiero olvidarme de estudios, problemas y demás, quiero dejar cosas atrás, sin resolver, no me importa. Quiero desaparecer y que la gente no se pregunte dónde estoy.
Nada de móvil, nada de ordenador, desconectar.
Quiero ser egoísta, quiero vivir la vida con la que sueño, quiero olvidar.

Me haría con una vaca a la que llamaría Pepis, tendría un jardín que cuidaría como a nadie, saldría a pasear cuando lloviese, escucharía a Damien Rice por la noche, sentada en el porche con una manta mientras observo las estrellas. Cenaría con velas.
Aprendería a pescar, devoraría mil libros, de esos que conoce poca gente.  Algunos días pasaría las horas muertas en mi cama mirando el techo, otras muchas en el campo perdiéndome en las nubes. Bailaría mientras limpio la casa, recorrería una playa, madrugando y volviendo tarde, tranquila sabiendo que nadie me echa de menos. Me bañaría en el mar aunque el agua estuviese congelada.

Daría un pedacito de mi vida por vivir un mes así, pero como no puede ser de momento me conformo con perderme en mi imaginación.


miércoles, 17 de septiembre de 2014

.

Y hay momentos, como este, en el que al ver sus ojos te preguntas si realmente merece la pena seguir con ello, ¿qué precio estamos pagando? ¿Hasta cuando?

lunes, 15 de septiembre de 2014

.

Esta vez mi miedo es acostumbrarme a algo que sé que en breves voy a perder pero igualmente sigo mirando hacia otro lado mientras disfruto del momento. 

domingo, 14 de septiembre de 2014

Mis paranoias una noche de septiembre.

¿El dinero da la felicidad? Permítanme dudarlo.

No voy a negar que el dinero hace la vida mucho más sencilla, te olvidas de preocupaciones del tipo perder mi casa, no llegar a fin de mes y demás. El dinero te permite vivir experiencias como ir a conciertos, comprar ropa de la nueva colección, darte caprichos que alimentan el buen humor. Pero esas cosas no duran para siempre, esa felicidad es efímera. 

Creo firmemente que el dinero te ata y te amordaza de formas inimaginables. El dinero corrompe a las personas, a veces las hace ser egoístas, otras muchas cobardes, incluso puedes llegar sacrificar cosas por él, sacrificar una vida medianamente feliz para poder seguir adelante. 

Es triste vivir en un mundo en el que las personas se suicidan porque pierden les roban sus casas, también me parece triste hablar con gente que asegura que sin dinero no se puede ser feliz. Obviamente lo necesitas para comer, para darle a tus hijos lo mejor, pero a veces hay que pagar un gran precio por ello y entonces te preguntas si realmente merece la pena. A veces te replanteas si hay otras opciones pero el miedo simplemente no te deja actuar y pierdes tiempo por ello, tiempo que no vas a recuperar y surge un nuevo miedo, ¿será así siempre? 
Y pese a que digo esto, que es lo que creo, hay dos preguntas que me avasallan constantemente:

¿Yo que he elegido? ¿Vivir una vida en la cual mi felicidad es esclava del dinero o vivir una vida con menos pero en la que estoy en paz conmigo misma? 


sábado, 13 de septiembre de 2014

Incomprendida busca comprensión.

Podría decir que a los 16 años empecé a tomar mis propias decisiones, decisiones importantes, que fueron determinantes para mi futuro. Por ejemplo ese momento en el que tocaba elegir entre ciencias o letras. Siempre tuve claro que era una chica de ciencias, a los 18 me tocó elegir de nuevo.
Por suerte no me equivoqué, estudio lo que me gusta y disfruto con ello, pero tengo veinte años, me quedan muchas decisiones que tomar, y unas veces acertaré y otras veces fallaré. 
Cuando ves que un amigo o familiar se va a equivocar, porque desde fuera se ve muy bien y muy fácil, intentas decírselo o incluso hacerle cambiar de opinión, pero ¿quienes somos nosotros para intentar hacer algo así? Además, ¿no sería eso cortarle las alas? ¿Destrozar sus ilusiones?
La gente no aprende de sus aciertos, sino de sus errores, nos equivocamos y por regla general no volvemos a fallar. Soy una persona a la que le gusta aprender por su cuenta, a veces está bien tener a alguien que te anime y que te ayude, pero si me caigo me gusta levantarme sola, porque puede ser que en un futuro no haya nadie ahí.

Recuerdo que una vez mi profesor de filosofía nos dijo que algún día, cuando tuviésemos hijos, entenderíamos el miedo que les da a los padres que sus estos empezasen a tener sus propias ideas, que empezasen a trazar el camino que quieren seguir solos.
Desde que somos unos críos crecemos imitando a nuestros padres, si mi padre es del Madrid pues yo también lo soy, si a mi madre le gusta Malú, a mi también. Son ejemplos tontos pero es así, entonces llegamos a esa edad en la que ya sea por redes sociales o por conversaciones con amigos empiezas a tener tu propia visión del mundo, empiezas a tejer tus propias ideas, a cuestionarte todo, a estar en desacuerdo con cosas que dicen tus padres, ellos que habían sido tu modelo a seguir, ellos que nunca se equivocaban, pero no son dioses y mucho menos perfectos. Y sí, han vivido más, puedes saber mucho de lengua o de biología que de experiencias de la vida ellos te sacan una gran ventaja. 
Se preocupan por ti, es cierto, pero a veces es asfixiante, sobre todo cuando toca hablar del futuro, estoy perdida y es frustrante. Me fastidia que se de a entender que no he pensado que hacer cuando acabe, ¡cómo no voy a haber pensado en todas las opciones que tengo si es mi vida, no es un juego! Puedes estar tranquila que no me voy a quedar sentada esperando a que lleguen las oportunidades. 

Tomo decisiones, pueden ser correctas o no pero siempre acepto las consecuencias y si me equivoco no voy a estar un siglo lamentándome, aprenderé y buscaré otras opciones. Es MI vida y tengo un plan que quiero cumplir, plan que debe gustar únicamente a mi, y si me propongo algo joder que si lo cumplo, claro que sí. 


martes, 2 de septiembre de 2014

Nueve.

2 de septiembre, llegó, y aunque el tiempo parece que desea hacernos creer que aún estamos en julio, septiembre finalmente...llegó. 
Estamos en ese momento en el que tenemos el corazón divido, queremos seguir teniendo la opción de levantarnos tarde, de pasar las horas muertas, de ir a la playa y esas cosas que haces en verano, pero por otra parte estamos deseando volver a la rutina, no tener tiempo ni para respirar, plantar a nuestros amigos algún fin de semana para pasarlo junto a nuestros apuntes, mirar el calendario continuamente e iniciar la cuenta atrás en febrero, masoquismo creo que lo llaman. 
Estamos en ese momento en el que empezamos a odiar de nuevo los domingos, ese momento en el que sabemos en que día vivimos, ese momento en el que vas a centros comerciales y ya te encuentras chaquetones que con solo mirarlos te hacen sudar. El verano da paso al otoño, los buenos momentos dan paso a unos meses en los que sabemos que vamos a sufrir, pero eso no significa necesariamente que vayan a ser malos meses. 
Yo no me puedo quejar, sigo conservando a gente que me quiere, estoy estudiando lo que quiero, gozo de buena salud, no puedo pedir más.
Sin embargo tengo miedo, tengo miedo porque por primera vez en mi vida mi futuro es incierto (en mi cabeza empieza a sonar 'Mira Dentro' cada vez que leo esta frase, dato), y sé que puedes planearlo todo que siempre habrá algo que lo cambie por completo, pero si todo sale bien en junio termino una etapa que me ha acompañado desde que era una enana y empiezo una nueva.
Me da miedo lo desconocido pero me da aún más miedo que mi vida no siga el camino que he trazado, cosa que es muy probable. El año que viene va a ser determinante y es una pena que no tenga una máquina que me permita parar el tiempo, no quiero que llegue.
Dios, por no hablar de mi último año de estudios, tiembla Lau, tiembla,  porque de nada me sirve tener miedo a que las cosas no salgan bien si no apruebo. No va a ser fácil, me cuesta mucho ponerme pero he decidido centrarme (adiós vida social, adiós 'The X Factor, adiós series,...). 
Por suerte gracias a este ciclo he conocido a gente magnífica que lo hace más ameno, gente con la que estoy a gusto y saber que seguirán conmigo es un alivio. 

Me da pena dejar este verano atrás y fijaos que he tenido días malos, malos, agosto empezó siendo nefasto, el mes negro pensaba, pero de golpe todo comenzó a solucionarse, siendo quizás de los mejores meses de mi vida. 
Sigo teniendo problemas, desgraciadamente los de siempre, pero tras unas cuantas horas tirada en la cama mirando el techo he decidido solucionarlos...
Na, ni de coña, he hecho lo de siempre, mirar a otro lado. Soy demasiado feliz como para dejar que esas dos manchas estropeen el momento. Ya me volverán a joder más adelante. 
Ahora puedo presumir de ser feliz, soy increíblemente feliz, tanto que quizás no me lo merezca. ¡Que gran momento!
Y es que al fin y al cabo la vida se compone de momentos felices, menos felices y nefastos, y afortunada yo que ahora vivo de los primeros. No encuentras la felicidad y ni mucho menos es eterna, no te dejes engañar por el cine hollywoodense como hacía yo antes. 
Si es cierto que la felicidad llega a ti de forma inesperada, no avisa, simplemente se deja ver con una sonrisa, con una noche acompañada de mi madre, incluso con un mensaje en Twitter. La felicidad no se busca, y eso lo hace más especial, es tan magnífico que  un momento tan simple y común como estar conversando en la cocina con tu madre se convierta en uno de esos que se te graban en la retina. Es genial como el nombre de un parásito puede detonar la risa tonta, esa que no puedes parar. Y otros muchos más que me ha regalado el 2014, momentos efímeros pero que me dan la vida.
Destaco el haber encontrado a una persona en la que puedo confiar, que no me deja guardar ningún secreto, una persona con una paciencia enorme, una persona que ha roto tooooodos mis esquemas, una persona que se preocupa por mi y que, ya sea de forma inconsciente o consciente, hace que me sienta especial, distinta, única. Y sabe lo mucho que se lo agradezco. 

Me da pena dejar atrás el verano pero, con miedo incluido, no puedo esperar a ver que me deparan estos meses, (dentro de dos semanas empezaré a arrepentirme de decir esto, lo sabes y lo sé, todos los años pasa lo mismo Lau). Sin embargo ansío que llegue diciembre para saber si me encontraré en esta misma silla escribiendo una entrada que rebose felicidad y cursilería o una entrada completamente deprimente. 
¿Qué será, será?